Hoy es mi cumpleaños, 29 primaveras y el billete al último escalón antes de cambiar de planta. Me encanta celebrar mi cumpleaños, comprobar todos los aprendizajes, sentirme querida por mi familia y amigos, celebrar la vida. Cumplir años me parece la señal más bonita para saber que todavía nos queda tiempo para conquistar nuestros sueños.
Cada 13 de mayo organizo una fiesta con las personas que más quiero, sin embargo, el coronavirus ha conseguido que la celebración de la última etapa del dígito dos no pueda ser así. A pesar de que físicamente no podamos abrazarnos, ese amor que me envían está rodeándome y llegará el día en el que de nuevo, gritaremos bien alto, ¡que siga la fiesta!
Las semanas previas a esa nueva vuelta al sol, me vuelvo más reservada e incluso, más sensible de lo habitual. Miro hacia mi jardín interior buscando esos aprendizajes que me han llevado hasta este punto y también, reviso que la luz de mi faro siga alumbrando bien el camino que deseo recorrer.
Mis aprendizajes de este año
Quererme me hace más fuerte
La gran mayoría de estos aprendizajes no aparecen de un día para otro. Llevo años trabajando, y no me refiero solo al plano laboral, para conseguir convertirme en la mujer que quiero ser. Cada vez me acerco más a ella aunque también el tiempo hace que descubra otras capas que necesitan una limpieza profunda. Sin embargo, la respuesta más clara que me puedo dar es que solo amándome es como consigo nutrir mi fortaleza.
Me considero una persona fuerte, si no lo fuera, la mitad de los proyectos en los que ando metida los habría tirado a la basura hace mucho tiempo. Lo que pasa, es que a veces se confunde sensibilidad, empatía, emoción y optimismo con vivir en los mundos de chuchería. He escuchado demasiados comentarios sobre que no tengo ni idea de lo que es la vida, que siempre estoy feliz y que me lo han puesto fácil.
Seguramente lo dicen porque no han conocido de cerca la huella de mis zapatos.
Que afronte, en la mayoría de ocasiones, los dilemas del camino con sonrisa y energía positiva no quiere decir que no sufra y no tengas épocas en las que quiera hacer un hoyo y enterrarme en él. Sin embargo, prefiero no mostrar tanto esa parte ni en público ni a los que me rodean para no proporcionarles ninguna carga extra que llevar. Me encierro en mi mente, analizo, medito y busco soluciones hasta que consigo volver a mi esencia y ver los problemas con otra perspectiva.
En esta última etapa creo que es en la que más he avanzado con mi autoestima. Hacía unos años que se había quedado hecha una pena y devolverle el color ha requerido de muchos brochazos. Me he dado cuenta, que cuando me amo sin esperar ninguna aceptación externa, me acerco más a mis sueños, a la vida que quiero tener. Da igual si dicen que tengo una flor en el culo o si les parece una ridiculez lo que hago, da igual.
Estoy en mi hogar y en él soy libre.
Te voy a dejar el siguiente vídeo de Elizabeth Gilbert, autora del conocidísimo libro Come, Reza, Ama, puedes ver mi reseña en este enlace. Ella es uno de mis referentes y admiro muchísimo sus palabras y la forma de contar historias. Pero todo eso te lo contaré en otro post sobre esas mujeres que me inspiran a ser mejor 🙂
Puedes ponerle los subtítulos al vídeo si lo necesitas.
He vuelto a ratificar mi amor por las letras
Como le pasa a Elizabeth, amo escribir más que a mí misma y por eso, incluso cuando me he fustigado dejándome la piel destrozada, no he dejado de intentarlo. Escribir forma parte de quién soy y espero estar escribiendo hasta el día que me vaya al viaje a lo desconocido.
Haber publicado mi libro de relatos Besos entre las letras ha sido uno de los aprendizajes más bestia. ¿Sabes lo que es luchar contra un monstruo que eres tú misma? Me temo que sí. Desde que tengo uso de razón soy escritora, y sí, me da igual aquellos que dicen que si no tienes X libros publicados no te puedes considerar escritora. Me siento escritora porque tejer letras no tiene que ir de la mano de amasar fortunas. Y sí, espero con toda mi alma que llegue el día en el que mi mayor objetivo se cumple, vivir solo de escribir.
Sin embargo, que esa retribución económica no llegue o no haya publicado ya más libros, no implica que mi esencia no sea de escritora. Me parece genial si no hay quienes no quieren considerarlo así, es una opinión y la respeto, pero yo sé lo que se cuece en mis entrañas y esa verdad nadie me la puede cuestionar.
Como te decía, y perdona por la intensidad que me invade en algunos párrafos, publicar Besos entre las letras ha roto las cadenas y me ha llevado a desatar un hambre literaria todavía más potente. No te puedes hacer una idea de cómo grita ahora mi corazón y mi mente.
Estoy escribiendo una novela que quiero presentar a un concurso literario importante y cuando la acabe, pasaré a la siguiente y así hasta que mis manos o mi cabeza no responda.
Crear historias es mi forma de vivir y si no lo hago, entonces me habré muerto en vida.
Mejor hecho que perfecto
He sido otra víctima de la parálisis por análisis. Ahora me siento casi liberada y el único truco para librarme de mis propias garras de la perfección inalcanzable, ha sido no dejar de moverme.
Recuerdo mis primeros vídeos del canal de YouTube. Tardaba horas entre prepararme y grabar porque nunca estaba del todo bien. No me permitía ni aprender ni equivocarme. Hasta que en esta cuarentena dije, se acabó. Y he grabado vídeos, mejores o peores, en los que casi salgo sin peinar.
Ha sido mi forma de enseñarme a mí misma de que nadie va a venir a la puerta a lanzarme piedras porque los vídeos no sean perfectos. Pongo todo mi amor y entusiasmo en cada creación. Habrá días que salgan bien y otros, en los que tendré que aprender más. ¡Y no pasa nada!
Mejor hecho que perfecto se ha convertido en mi mantra, incluso para decidir qué me mueve a seguir y qué no.
¿Te digo un secreto? Nunca vas a estar lo suficientemente preparada y cuando creas que lo estás, toda la realidad habrá cambiado y otra vez, te tocará empezar. Por eso, de amiga a amiga, te recomiendo que no dejes de moverte. Ya sea porque no encuentras tu camino como porque piensas que no eres lo suficientemente buena.
En el movimiento vas a encontrar claridad y vas a poder testar qué te remueve. En la quietud solo hay excusas y culpa.
Para finales de año quiero sacar un curso de relato breve online y quiero que sea en vídeo. Sé que mis grabaciones no son la leche y por eso me voy a formar con Susana Torralbo para poder crear un curso en el que no solo aprendas sino en el que te enamores del placer de escribir aunque no pretendas ser escritora.
Buscar aprendizajes y formarnos para suplir nuestras carencias, no significa quedarse tiesa en en la silla de casa.
A andar se aprende andando, a vivir, viviendo.
No hacer nada también está bien
Parece incongruente que te haya dicho que no debes dejar de moverte y en el párrafo siguiente te suelte que no hacer nada está también bien. Y así es. Con no hacer nada me refiero a descansar. Una tema es no parar de caminar, incluso cuando estás perdida en un bosque muy tupido, y otra es hacer algún pequeño descanso para hidratarte.
Me ha pasado alguna que otra vez, que me he fundido yo sola. Me he impuesto tantas tareas que mi energía estaba en datos muy rojos, y no, no me gusta el rojo. Aprender a diferenciar entre descanso necesario y creer que necesito descansar cuando en realidad lo que ocurre es que me aterra enfrentarme a una determinada situación, es otra cosa.
¿Cuántas veces te has dicho «me voy a tomar un descanso porque lo necesito» y en realidad era porque no querías hacer esa actividad?
Reconozco que todavía me cuesta parar y no tener la cabeza con mil ideas pero con paciencia y amor, estoy consiguiendo brindarme esos momentos libres de culpa. Instantes que me devuelven las ganas y la motivación para seguir corriendo por esta experiencia tan apasionante que es vivir.
Sin duda, una de las herramientas más potentes que me está ayudando es la meditación y la respiración consciente. Si no sabes por dónde empezar, Eva Consciente lo transmite con naturalidad y cariño. Además, los domingos realiza una clase gratuita por zoom de yoga de las vocales que estoy segura, te va a sacar de la zona de confort.
Recuerda, no solo de listas de tareas están hechos los proyectos.
Aprendizajes en los que todavía necesito trabajar
Mi frustración cuando me hacen perder el tiempo
No me gustan los conflictos ni que me hagan perder el tiempo. Quizás peco en muchas ocasiones de educada y no corto de raíz situaciones que sé que no me llevan a ningún sitio y que más que aprendizajes, se van a convertir en dardos con los que fustigarme. Esa bola se reboza con la culpa y termina sirviéndome un plato frío llamado frustración.
Frustración por haber malgastado esa fuente sin retorno, frustración por no haber sabido parar los pies, frustración por estar en un lugar que no quería. Como ves, son muchas capas pero todas tienen el mismo núcleo. Si siento que alguien me ha hecho perder el tiempo entonces quiere decir que no me he puesto primero en valor.
¡Más aprendizajes por recorrer!
Saber lidiar con las conversaciones banales
Me apasionan las conversaciones que me dejan el alma y el cerebro dado de vuelta. Quiero rodearme siempre de gente que sueña y tiene algo que aportar. Personas que me ayudan a ser mejor, que me impulsan. Esas conversaciones en las que la relatividad del tiempo juega con ventaja.
Sin embargo, me atasco en las conversaciones que no llevan a nada, que son quejas y negatividad camufladas. Me he vuelto muy exigente, quizás demasiado, y se me nota a leguas cuando no me interesa nada lo que me están contando. No porque sea interesante o no, sino porque ese intercambio de palabras solo resta. Hay una frase que es un poco bestia pero creo que define bastante bien lo que busco «quiero que me follen el cerebro».
Encontrar esa sensación no es fácil y sé que tengo que aprender a lidiar con las conversaciones banales que no llevan a nada porque no siempre voy a poder alejarme de las personas que las producen. Y además, quiero aprender a sobrellevarlas sin que me afecten ni me provoquen frustración.
Sanar heridas del pasado
Hay heridas que siguen escociendo, con más o menos intensidad. Quiero aprender a vivir con ellas, aceptarlas y perdonarme porque las heridas que todavía me duelen no me las ha producido una tercera persona, sino yo misma.
Todas esas personas que en algún momento de mi vida me hicieron daño están más que perdonas, de verdad, y les deseo todo el amor del mundo. Aprendí que regocijarme en el «tú me hiciste tal cosa» solo ennegrecía mi alma. Aprendí que tampoco conocía sus zapatos y que quizás no tenían otras herramientas para reaccionar como yo tampoco dispongo de las mismas.
Ahora me queda sacar esos aprendizajes, perdonarme ciertos errores y dejar volar a los «y si…».
La magia de vivir es no dejar de aprender y por muy expertas que nos creamos, siempre tendremos algo nuevo que descubrir del mundo y de nosotras.
Al soplar las velas pediré un deseo, pero te pido otro a ti, quiérete bien, quiérete siempre.