Cuando llegamos a Madrid una de las cosas que me propuse fue asistir y disfrutar de más eventos culturales, sobre todo relacionados con libros.
Disfrutamos muchísimo de la feria del libro de Madrid, de las actividades y del ambiente tan bonito que se respiraba. Me da una alegría inmensa cuando veo a la gente cargada de libros, compartiendo experiencias y con el brillo en los ojos porque su autor favorito le va a firmar su última novela.
La magia de las ferias de libros
En Málaga tuve el placer de asistir a mi primera firma de libros. Ese momento fue con Màxim Huerta y las emociones vividas aún me ponen los pelos de punta.
Cuando supe que la firma de Carme Chaparro coincidía con nuestra llegada a Madrid ni me lo planteé dos veces. Habíamos comprado su libro No soy un monstruo nada más aterrizar en Barajas del viaje de Indonesia aunque aún no lo he tocado porque lo tiene mi compañero de aventuras entre manos. Deseando estoy que lo termine 🙂
A él nunca le ha gustado leer pero poco a poco le he ido transmitiendo la pasión por los libros y justo de eso estuvimos hablando con Carme.
A las personas no hay que imponerles la lectura, hay que acompañarlas y ayudarlas a descubrir.
Estoy totalmente convencida de que hay un libro para cada persona solo hay que saber encontrarlo.
En nuestro caso nunca se me ocurriría recomendarle un libro largo o denso porque a la tercera página lo va a abandonar. Sin embargo, novela negra, libros de aventuras y que no sean muy largos hemos descubierto que es el estilo que a él le engancha.
Charlar con Carme sobre la lectura en general fue genial. Me sorprendió su cercanía y la energía que transmite. Se le nota a leguas que adora este mundo. La dedicatoria que nos regaló me encantó 🙂
Nuevas categorías en el blog
Voy a añadir nuevas categorías al blog. De momento estreno Monólogo interior. Cuando dimos esta parte en clase de escritura se me encendió la bombilla. Me parece una forma estupenda de relatar cualquier situación basándome en el humor.
Mi intención es ir adaptando mi estilo más al humor, a los absurdos. Creo que dibujar una sonrisa, por leve que sea, a alguien es brutal. Me di cuenta que mis anteriores textos estaban marcados por la tristeza o la angustia que estaba soportando en mi día a día. Me apetece que cuando alguien lea alguno de mis relatos le de un punto de risa y no de pena.
Así que allá voy con mi primer monólogo interior. ¿Has vivido una situación parecida?
La fila del demonio
Nunca entenderé por qué la gente no sabe hacer una fila. ¿Es tan complicado? Una persona, perro o cosa y después otra y así sucesivamente hasta crear una serpiente no un nido de berreos sin sentido ni orden.
Igual hay que estar bendecido por los antiguos dioses para entender ese lenguaje en clave, «hacer una fila». O quizás es que el verdadero símbolo del demonio es la fila y no el 666.
Yo creo que la gente entra en barrena en el momento que tienen que hacer una fila y ya si es en un aeropuerto plomos fundidos con doble de cortocircuito. Nada, que por mucho que se desgañite la azafata la manada sigue dispersa con las orejeras puestas. ¡Qué cansinos! Aunque lo mejor son los empujones por entrar en una puerta minúscula, parecen más un vómito de sábado noche.
El espectáculo es cómico y a la vez tétrico. Se supone que esa gente son médicos, operarios, dependientes, maestros… Si de antemano no saben hacer una fila, Dios mío que no sea necesario que mi vida dependa de uno de ellos o ya puedo ir contándole a San Pedro que me he quedado con cupones sin canjear, que esa es otra, lo de los cupones de descuento.
La tensión aumenta cuando llega una señora con aire de «yo no sé nada, ay, pobre de mí» quiere saltarse la supuesta fila. -Si solo voy a hacer una preguntita y ya está. No te jode, ¿el resto estamos aquí porque esa mañana no había nada más entretenido en la tele? Y así como un pedo silencioso que lo impregna todo, afloja sus dudas y se queda tan a gusto.
Yo también tengo una pregunta, señora, ¿por qué nadie sabe hacer una fila y ya no digamos esperar su turno?
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Gracias por dejarme besarte con letras.