Me encontraba en el pasillo del instituto. Mis complejos, unas amigas y yo. Estaba ese día con la cabeza en otro sitio, rumiando. De repente las miré y dije «me merezco conseguir ser la profesional con la que sueño».
Así, sin anestesia. No recuerdo quién fue pero alguien respondió con un tono burlón «claro, y a mí que me toque la lotería». Eso me dolió, mucho. Me esforzaba cada día por sacar buenas notas, ser la mejor. Me agarraba a ese clavo.
Los años han pasado y más de una situación como esa he tenido que volver a experimentarla. Afortunadamente no todas las respuestas han sido del mismo tono. Me he cruzado con gente que al escuchar «me merezco tal cosa» han contestado con «por supuesto, te lo mereces».
Quiérete bien
Hace unos días vi en el stories de Laura Chica –psicóloga positiva, coach, y escritora– esta imagen del libro Si salieras a vivir de la psicóloga Patricia Ramírez. ¿Qué piensas tú?
No sé si alguna vez te ha acechado la culpa por cuidarte, regalarte tiempo de calidad y pensar de corazón que te mereces cada una de las cosas bonitas que pasan en tu vida.
Quizás a ti no te pase, amiga, pero alguna vez me he sentido terriblemente culpable por sentir que me merecía que me ocurriesen cosas buenas. Conseguir tal reto, ese trabajo con el que soñaba, viajar a la otra punta del mundo…
Parece que si te quieres eres prepotente, no eres humilde. Qué gran equivocación. Te grito con amor «quiérete bien». Sí, tú, sin más explicaciones. Porque te lo mereces no porque los demás te lo afirmen sino porque como bien dice Patricia en Si salieras a vivir, eres una persona maravillosa.
No juzgues mi camino
Estoy en un momento de mi vida en el que por fin he empezado a valorarme tal y como soy. Aceptando que habrá aspectos de mí que me gustarán menos que otros pero siendo consciente de que tengo el poder de no poner el foco erróneo.
Soy feliz con el camino que he elegido y creo de corazón que me merezco las experiencias y metas con las que sueño.
Pues bien, se ve que el «público» ha decidido que es mejor juez de mi vida que yo misma. ¿Te suena?
Este fin de semana dos mujeres se pusieron a «repasar» mi vida fuera del pueblo llegando a la conclusión «qué pena, tanto estudiar para acabar cuidando niños». Reconozco que me dolió. Un segundo, pero me jodió.
Estoy dejándome la piel para vivir de la divulgación literaria y de la enseñanza.
Para mí dar clase no es «cuidar niños». Es como bien decía Ramón Barrera en esta charla sobre sorprendizaje: empujarlos, animarlos y agitarlos para que vuelen.
Aunque esa sentencia me dolió, como te decía, solo fue un segundo. ¿Por qué? Recordé que me merezco todo lo que estoy consiguiendo porque lo estoy haciendo de corazón, con un propósito de vida que no es el dinero.
Así que, amiga, vuela. Quiérete mucho y bien. Sonríe, baila, ama. Haz lo que te haga feliz con quién eres y con quién quieres ser.
Te mereces todo, no importa que el resto no lo vea, solo lo tienes que comprender tú. Vive en positivo. Y si te apetece, cuéntame tu experiencia.
Gracias por dejarme besarte con letras.
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