Después de un mes de desconexión digital vuelvo al blog cargada de ideas. En el último post que publiqué antes de marcharme, hablé sobre una situación muy dura que me tocó vivir, el monstruo de la depresión. Creo que con ninguna otra publicación me he expuesto tanto pero de corazón siento que ha merecido la pena.
Primero porque mi cuerpo me pedía que diera el paso de verbalizarlo públicamente. Segundo, porque creo que es necesaria la transparencia en el mundo digital también de las situaciones dolorosas.
Un ola de respuestas y no de crítica
Cuando escribí el post lo hice sin pensar en cómo se recibiría. Solo quería sacar todo lo que llevaba dentro. Y claro, cuando recibí tal cantidad de mensajes, me quedé perpleja.
El buzón privado de Instagram y mi correo se llenaron en pocas horas. Un torbellino de emociones me recorrió al leer las historias de otras personas. Ni una crítica ni mensajes malintencionados. Llegué a pensar que al abrir tanto la herida cualquiera podía hurgar en ella pero fue todo lo contrario.
Frases que se quedaron en mi corazón
Hubo una frase que me sorprendió y se repitió en cada mensaje «eres muy valiente por publicar algo así».
No me siento más valiente que nadie por hablar de un tema delicado y personal. Creo firmemente que la gracia de las redes sociales es compartir contenido que ayude no que hunda a los demás. Pero después de este mes de desconexión observando mucho más atentamente mi alrededor, he comprendido la esencia de esas palabras.
He seguido formándome en el mundo literario
¡Me pirra aprender! Y si es de temas literarios, más todavía 🙂 Este verano he hecho otro curso con Escuela Cursiva, el de crítica literaria.
Ya de entrada tenía muchísima ilusión puesta por dos razones: el tema y el profesor, Alberto Acerete.
Había sido mi profe en el curso de lectora editorial y me encanta su forma de enseñar y de ver las letras. ¡Por cierto! Hace poquito ha publicado el libro Todos volvemos.
El curso de crítica ha sido todo un descubrimiento y una reafirmación
Me ha fascinado comprobar cómo es el proceso que se realiza en una crítica literaria y todo el bagaje histórico que tiene. Tanto me ha impactado que mi biblioteca tiene un nuevo tomo para estudiar, Historia de la crítica literaria.
Encontrar una razón lógica a ese ronroneo interior de «me cuadra el libro o no a pesar de que no sea mi género favorito». Me parece muy muy interesante desarrollar la capacidad de ver los libros como un conjunto independientemente de si a título personal nos cautivan.
La experiencia del curso y la retroalimentación que me ha dado Alberto, han sido una reafirmación de que no es ninguna idea absurda poner el foco en el mundo editorial.
Alberto, gracias de corazón 🙂
El lujo de desgranar un libro
Mi trabajo final fue una crítica al libro Piel de lobo. Ha sido un placer poder introducirme de esta forma entre las líneas de la historia de Rita y Sofía.
Cuando vi el 10 en la puntuación se me saltaron las lágrimas. Me había esforzado tanto que aunque es simplemente un dígito me hizo sentirme muy orgullosa. Igual es una chorrada pero para mí significó mucho.
Una de las observaciones que me hizo Alberto en la corrección era que publicase mi crítica en el blog o en algún medio cultural porque merecía mucho la pena. Aquí la dejo 🙂
Crítica literaria de Piel de lobo
La aparente normalidad
En todas las casas se cuecen habas, dice el refrán. En la casa de Rita y Sofía, protagonistas de Piel de lobo, las cuecen de todos los colores. Lara Moreno, editora y escritora con una amplia trayectoria en narrativa breve y galardonada con su primera novela en 2013, consigue destacar su madurez narrativa en esta última publicación. Dos hermanas, dos historias diferentes y una estructura poco convencional para destapar el horror que se encierra en las paredes de una apacible casa junto al mar. Una aparente normalidad que se catapulta en mil pedazos en una novela que no deja indiferente.
El terror familiar tiene más de una arista y el diálogo oculto es otro de sus protagonistas. Piel de lobo expone los horrores familiares de Sofía y Rita entrelazándolos en una estructura narrativa que se sale del molde. Dos tramas, pasado y presente, y dos tipos de narradores, consiguen retorcer la historia hasta que todas sus aristas son visibles “Sofía y Rita trabajan con esmero y con impaciencia” y “Era su primer día de colegio. ¿Quién cuidó de mi hermana en sus primeros años, cuando mis padres estaban trabajando y yo en el colegio?”. El pasado narrado con la voz de Sofía, da luz directa a los detalles clave del presente. Arma el esqueleto de las profundas heridas que arrastran ambas desde la infancia y que vuelven a brotar el día que ponen un pie en la casa del padre muerto para desmontarla. La relación fría y distante que viven en la actualidad Sofía y Rita se le muestra al lector a través de un narrador externo brindándole la oportunidad de observar y sacar sus propias conclusiones. Una lluvia de emociones inunda toda la novela hasta tal punto que los diálogos tampoco son los convencionales. Como ocurre con el horror que se encierra en esa familia, están camuflados entre las descripciones de una casa aparentemente sana “El ruido de los barco balanceándose. Los crujidos. ¿Dónde vamos a comer, mamá? ¿Quieres comer pescado?”. Lara ha dado en el clavo, ¿por qué contar el poder del miedo desde un único punto de vista si hay más de un ojo mirando?
La reflexión del lector entra en juego con las preguntas retóricas a la vez que observa el universo de la historia mediante comparaciones animales. La protagonista principal, Sofía, lanza a lo largo de la novela una cantidad considerable de preguntas retóricas en las que vierte sus pensamientos más turbios y con el paso de las líneas acentúa su sentimiento de culpabilidad “¿Por qué no hice lo mismo?”, “¿Cuánto duró? Clara que la besaba, y la tocaba, ¿y cuándo?, ¿cuándo la tocaba”. Son preguntas que no siempre tienen una respuesta directa o clara. Con ellas se abre la puerta a las divagaciones y a la reflexión. El lector puede llegar a sus propias conclusiones, no hay nada cerrado. Otro de los aspectos clave de este universo psicológico son las comparaciones animales. “Ella había pasado por encima, con suavidad, con destreza como un pez volador salta una pértiga imaginaria en medio de un mar en calma, sin enfrentarse siquiera a la autoridad”. El mundo animal, salvaje ayuda a marcar la atmósfera destacando los seres marinos, el epicentro de la historia ocurre en la casa de la playa de la familia. Con las comparaciones y las preguntas se hace ver que todo tiene un precio. ¿Quién dice que las acciones más insignificantes o los animales más pequeños no pueden llegar a provocar consecuencias devastadoras?
El amor ciego de una familia que no quiere ver el horror del abuso, el amor truncado de una pareja que intercambia sexo, el amor propio que se diluye. Lara abarca un amplio abanico de temas en Piel de lobo, todos ellos con dos nexos comunes, el amor y la superioridad. Cuando Rita sufre abuso sexual por parte de su primo, la familia intenta solucionarlo de una forma rápida, como si no hubiera manchado el núcleo. No indagan ni profundizan en la solución. Tapan rápido creyendo no dejar rastro “Con qué lisura convierte el verdugo a la víctima en cómplice”. Sofía busca avivar la chispa de un matrimonio monótono después del nacimiento de su primer hijo, con intercambio de sexo entre otras parejas. La provocación, el riesgo y el morbo catapultan al desastre su relación “Él no me rechazaba, no. Pero algo tan lejos. Es que en realidad yo tenía pánico a que nunca más”. Y por último, el amor propio, la autoestima. La dependencia emocional que se crea en una relación y que acaba condicionando el futuro de las protagonistas “Apagué la hoguera, me aferré a Julio, intenté olvidarlo, lo conseguí”.
Lara riega todo este contundente caldo con sentimientos de culpa, rabia, incomprensión pero también algunos focos de luz, de alegría con los que poder seguir tragando la mentira. Un ejemplo de cómo en pocas páginas y usando un estilo fuera de lo normal se puede desgranar un universo complejo en el que nada es lo que parece. Todo es una aparente normalidad.
Gracias por dejarme besarte con letras.