¿Tú también eres víctima de la soga de la aprobación externa? Ese cordel que se enrolla sigiloso en el cuello y que nos manipula como marionetas buscando el reconocimiento fuera sin escuchar los gritos de surgen dentro.
Vivimos en una sociedad que nos ha enseñado que nuestra valía depende de los aplausos que nos otorgan los demás. Y claro, ante su ausencia el dolor, la frustración y el sufrimiento se convierten en ingredientes de nuestro pan de cada día.
Déjame que te lo cuente con el ejemplo del documental Miss Americana.
La soga de la aprobación externa
Taylor Swift es una de las cantantes con más éxito del mundo. Lo tenía todo, fama, dinero, estadios llenos, millones de seguidores. ¿Por qué no terminaba de ser feliz? Ella misma lo dice, siempre estaba buscando la aprobación externa.
La habían educado para que fuese una buena chica, que no opinara, no se metiera en líos, vamos, que solo estuviera centrada en la música. Sin embargo, incluso cuando más neutrales queremos ser, más obstáculos nos planta la vida para que terminemos eligiendo.
Un incidente con otro artista, no me apetece compartir su nombre, la puso en el punto de mira. Toda esa buena educación se tergiversó en acusaciones horribles sobre estrategia, calumnias e insultos.
Cuenta que cayó en el peor pozo y que la única opción que le quedó fue retirarse, justo lo que esas malas lenguas pretendían, para descubrir sus creencias limitantes y renacer.
Cada vez que nos rompemos, volvemos a vivir pero con matices y heridas diferentes.
Taylor explica de maravilla ese proceso profundo en el que tuvo que darse cuenta que si continuaba con la vista en la aprobación externa nunca sería la persona que ella quería ser y ahí elevó su voz. Hizo notar su opinión y buscó sentirse válida por ella misma sin necesidad de aplausos.
Uno de esos ejemplos es cómo decide posicionarse políticamente cuando había antecedentes en la música country de que un posicionamiento político suponía la destrucción del artista.
No fue así.
El documental Miss Americana de Netflix es una de esas joyas que merece la pena ver con la mente y el corazón abierto. Sacar nuestras propias conclusiones.
Mi propia soga de la aprobación externa
Durante muchos años, todavía a veces me pasa, he vivido en conflicto conmigo misma. Mi ego me decía que tenía que ser de una manera determinada para ser querida y aceptada, para no estar sola, para encajar. Pero mi alma se dejaba la voz gritando que ahí no estaba mi camino, que me estaba equivocando.
Y así es.
Esa lucha encarnizada supone un sufrimiento gratuito, una entrega de energía innecesaria pues en cuanto volvía a mi centro, a mi auténtica esencia; lo único que recibía a cambio es rechazo y reproches por haber cambiado, por haber dejado de cumplir con las expectativas de las demás.
Y vuelta a empezar.
He perdido la cuenta de las decepciones, ahora me doy cuenta que no hay peor fracaso que decepcionarse a una misma. Mendigar amor y amistad. Desde que he aceptado, amado y abrazado mi corazón con sus luces y sus sombras, he dejado de sentirme sola. No hay sufrimiento.
Me siento profundamente agradecida a esas personas que como fueron flores en un punto del camino, pero nuestro jardín se alejó para siempre. Gracias a ellas descubrí lo que no quiero y dónde anhelo estar.
Enormemente agradecida de no haberme plantado en un lugar que no era el mío. Gracias a levantar raíces y seguir caminando la vida me ha regalado flores nuevas, flores con las que vibro sin necesidad de mendigar aceptación. Igual algunas estarán de paso para seguir ayudándome a crecer, igual con otras caminaré hasta el final.
La magia de amarse no es aferrarse, es soltar y confiar. Escuchar a esa intuición que no se equivoca.
Por eso la aprobación externa no puede ser el termómetro que mueva tu vida. Depender de factores que no podemos controlar es una entrada sin límite a la infelicidad.
Te deseo hoy y siempre que sientas todo el amor y luz que tienes.
Puedes leer otras de mis reflexiones en la sección A.M.A.R.