Me siento pletórica, por fin, sí, por fin ha visto la luz mi canal de libros en Youtube, ¡yuhu!
Ahora mismo hay un vídeo de presentación y otro sobre mis cinco libros favoritos. La idea es subir uno a la semana sobre libros que me haya leído, autores, recomendaciones, truquillos y más cositas.
La calidad del vídeo no es la mejor, nos falta iluminación, mejorar el sonido, etc. Tampoco estoy de lo más suelta ahora mismo ante la cámara pero todo se andará. Lo que más me importa es saber transmitir ese amor que siento por los libros y las letras. Espero tu feedback 😉
Las primeras grabaciones para Youtube
La experiencia está siendo genial. Loren, mi compañero de aventuras, y yo nos hemos reído a carcajadas mientras grabábamos.
Había momentos en los que no era capaz de repetir la misma frase de la risa y ya no digamos del tinglado que tuvimos que montar en casa. La vida está para amar y reírse y nosotros intentamos que así sea cada día.
Con esto he conseguido dar un paso más, vencer a ese miedo tonto de que me juzguen. Ya tuve que soltarlo, que parecía que le había tomado cariño, cuando decidí hacer públicos mis relatos y ahora tenía que volver a hacerlo con su primo.
Me encanta hablar en público y no tengo problemas ni mucho menos para comunicarme, pero la idea de que al quedar grabado podía llegar a ser juzgada por algo que no soy o transmitir sensaciones que no quiero, me daba cosica. Eso sí, que gustazo es dar carpetazo a esos intrusos que se cuelan en nuestros pensamientos. Tanto como una siesta a pierna suelta en verano al fresquito.
Colaboración con la revista Cheshire
Otro tema que me está haciendo feliz es ver que mis relatos se van colando en algún que otro lugar más. Ya he publicado este mes en la revista Cheshire y pronto habrás más colaboraciones. ¡Me muero de ganas!
Antes de dejarte con el relato, me apetece compartir contigo otro pequeño sueño que se va a cumplir hoy 20 de abril. Escuchar en directo a los Celtas Cortos tocando su mítico tema, 20 de abril 🙂
Disfruta cada día de lo que haces y si no os gusta, piensa en lo que puedes cambiar. Vivir descontando días no es vivir.
Caperucita, ¿quién eres?
El pueblo lucía brillante y lleno de vida. El eco de las risas y la despreocupación se colaba entre las calle. La paz se había instalado en el espíritu de todos los habitantes después de que Caperucita hubiera dado caza al lobo. Así lo recordaba el cuello de pelo de lobo que había cosido a su capa.
Ahora ella era la nueva alcaldesa. Decidía qué parte del bosque se podía trabajar y el precio que tenía hacerlo. Todos la adoraban aunque había quienes sentían que el precio por haberse librado del lobo era demasiado elevado.
Una tarde, se adentró en el bosque buscando nuevas zonas que se pudieran cultivar y así cobrar otro tanto de impuestos. Al pasar por un par de troncos en el suelo sintió que algo la observaba entre las sombras. Se apretó un poco más la capa y siguió caminando. Un leve crujido la hizo detenerse en seco y girarse sin pensárselo.
– Vaya, cuánto tiempo sin verte.
– Estás sobrepasando los límites.
– ¿Límites? ¿Qué límites? ¿Desde cuándo una alcaldesa tiene límites? –dijo riéndose mientras movía su capa.
– Te lo advierto, tenemos un trato y si no lo cumples yo tampoco lo haré. Estoy deseando ver la cara que ponen tus amados vecinos al verme aparecer por allí –le contestó el lobo con firmeza.
Caperucita hizo como si aquella furtiva reunión nunca hubiera sucedido. Fue ahondando cada vez más en el bosque para conseguir nuevos terrenos con los que sacar beneficio mientras que el lobo veía cómo su manada se asfixiaba confinada en minúsculo trozo de tierra.
Una mañana, cansado de escuchar a los leñadores destrozar su hogar y con miedo de que pudieran hacer daño a sus cachorros se plantó en el pueblo. “¡Un lobo, hay un lobo!”. Caperucita malhumorada por el escándalo que había arruinado su sesión de belleza salió a la calle para darle un escarmiento a quienes se atrevían a armar ese alboroto en su pueblo.
Cuando abrió la puerta de su casa se encontró con el lobo. Se le tensó el cuerpo y las palabras parecían haber desaparecido de sus labios. El lobo comenzó a relatar frente a todos aquellos vecinos que se habían arremolinado para ver cómo Caperucita lo vencía, que todo había sido una patraña. Ella nunca lo había derrotado sino que habían llegado a un acuerdo.
Los vecinos que odiaban los impuestos levantaron la voz contra Caperucita acusándola de traidora y pidiendo que se desterrara del pueblo. Caperucita que no era capaz de inventar ninguna excusa salió corriendo intentando alcanzar la caballeriza. El lobo que era más astuto y rápido le cortó el paso. Le arrancó la capa y la levantó del suelo.
– Caperucita, ¿has visto qué dientes tengo?
Caperucita pensó que era su fin y que aquella misma tarde iba a teñir de rojo el suelo del pueblo. Cerró los ojos mientras contenía la respiración. El lobo la miró y le dijo – tranquila, son solo para reír mientras te haces vieja en una jaula.
Gracias por dejarme besarte con letras.
Puedes disfrutar de otros relatos aquí.