La chica de los zapatos rojos
La chica de los zapatos rojos
Pedro no quitaba ojo al reloj. Las diez. Una gota fría le recorría la espalda. Empezó a salivar, era la hora del aperitivo. Se humedeció los labios mientras se pasaba la mano por su pelo negro. No faltaba mucho.
El sonido de unos tacones le hizo girarse hacia la cristalera del bar. Allí estaba ella, Julia. Se había detenido en la puerta para cerrar e ...