Me apetece jugar con las letras y el orden. Algún microcuento se va a colar en el transcurso de este post hasta llegar al final en el que te espera un libro lleno.
Me marché a Indonesia con el objetivo de reinventarme y vivir. Estoy poniendo a prueba mi paciencia esperando el resultado de si tengo plaza o no en el Máster de Traducción Literaria. Te prometo que dejo las copas de champán preparadas por si acaso.
No necesito que me den buenas noticias, me basta con crearlas yo misma.
Aunque todo el mundo me dice que es la parte de la traducción peor pagada, que casi no hay trabajo y un sinfín de historias para no dormir, a mí me va a explotar el corazón de la emoción.
Nada es fácil sea en el ámbito que sea, y no espero que en este aspecto me lluevan pétalos de rosa por el camino pero lo que tengo más claro que los cristales de mi abuela, es que no me voy a quedar con las ganas de intentarlo.
Como me dijo mi profesora de latín y griego en esos lejanos tiempos del bachillerato, «estudia lo que te gusta que ya trabajarás en lo que puedas».
El duro trabajo de abrirse camino
Lo sé a veces la paciencia me puede faltar pero tengo otra virtud, cuando se me mete algo entre ceja y ceja no paro. Y creo que es la clave de cualquier cosa, constancia y sobre todo mucha pasión. Cuando amas lo que haces no te importa echar horas, investigar, tocar puertas… porque sabes que al final merecerá la pena esa inversión.
Solo necesito que digas que no puedo para que el dragón derrita los miedos, los peros.
Lo mismo me está pasando con la creación de mi web profesional. Pensaba que me iba a costar bastante menos, pero no. Borrador, otro borrador y tiro porque me toca.
Menos mal que he sobornado a mi compañero de aventuras para que lleve la parte técnica.
La vida da muchas vueltas
Es curioso, cuando acabé la licenciatura llegué a odiar la traducción e incluso me arrepentí de haber elegido esa carrera.
El famoso calentón del momento.
Todos estos años trabajando más o menos alejada de ella, me han hecho darme cuenta que la excitación y curiosidad que me produce sentarme delante de un texto para traducirlo o crear uno desde cero, como puede ser un relato, no me lo aporta nada más.
Podría llegar a aprender cientos de idiomas, solo me interesa uno, dicen que se llama amor.
Una de las cosas que me gusta de haberme mudado a Madrid es la oferta tan amplia de eventos culturales y deportivos. Durante la feria del libro tuvimos la suerte de conocer un proyecto que me enamoró, Léeme.
Además, durante la presentación del proyecto hicieron un sorteo y a mi compañero de aventuras le tocó el libro Amor líquido.
Irene, la fundadora de Léeme, transmite su pasión por los libros yendo más allá de mencionar si le gusta o no el libro. Se adentra en los porqués, la psicología de la obra…
Si la primera temporada me ha enganchado la segunda me tiene alucinada, la vuelta al mundo en 81 libros. ¿Puede ser más extraordinario conocer lo que ocurre en esos libros en los lugares en los que se han escrito o inspirado?
Te dejo el primer vídeo de la primera temporada 🙂
Le prometió un regalo único, uno que le hiciera volar sin mover los pies. Y de su mano brotó un libro.
Y por último, os quiero hablar del microcuento.
Como has visto, he ido añadiendo algunos a modo de resumen de lo que te iba contando.
¿Por qué?
Me parece que la fuerza y creatividad que encierra un microcuento es muy potente. Un número limitado de palabras con las que tienes que expresarlo todo. Un gran reto.
A mí especialmente me encanta intentar darles forma mediante historias que ocurren a mi alrededor. Pasear por la calle, captar una situación y convertirla en microcuento.
Un libro de microcuentos
El libro de Microcuentos de amor, lluvia y dinosaurios me gusta mucho y tiene unas ilustraciones que son preciosas. Una excusa perfecta para empezar y acabar el día con algo más interesante que el móvil entre las manos.
Lo que sí te aconsejo es que no intentes leer un montón de microcuentos de golpe porque te vais a perder muchos matices.
Un microcuento esconde más de lo que las palabras dicen. Lee y siente las emociones que trasmiten, no te fijéis en las palabras en sí.
La flor más bella no se seca, renace en cada emoción.
Gracias por dejarme besarte con letras.
Puedes conocer otros de mis relatos aquí. También me gusta reflexionar y hablar de libros 🙂