El viernes fue uno de esos días que se subrayan en fluorescente y con purpurina en el calendario. ¡Por fin inauguramos El club de los idiomas! Después de muchos meses trabajando duro y visualizando fuerte este espacio, se había convertido en realidad.
Una reforma integral del local
La academia no puede tener mejores raíces. Esta era la casa de mis abuelos paternos, el hogar del amor de mi vida, mi abuelo Fernando. Te puedes imaginar que las vibraciones que hay en estas paredes rezuman amor y positividad. Por mucho que hubiera buscado no habría encontrado un local mejor que este.
La reforma se me hizo eterna. Hemos añadido otro baño al que ya teníamos para personas con movilidad reducida. El suelo, las paredes y las puertas lucen nuevas. A mí me encanta el equilibrio que hemos conseguido con los colores: gris, blanco, rosa palo y amarillo. Además, de unos toques de verde gracias a las plantas que hay salpicadas por distintos rincones.
Es entrar aquí y me siento muy cómoda trabajando. Las ganas se multiplican y la concentración se potencia y eso lo necesitaba. Los últimos meses me he ido arrastrando por cualquier esquina y aunque disponía de mucho tiempo para continuar con el blog, la novela y demás encargos, no tenía energía.
Ahora puedo volver a retomar la rutina y todos esos proyectos que tuve que dejar a un lado.
El club de los idiomas, aprende divirtiéndote
Ese es el lema de esta academia y el mío propio. En este proyecto yo soy la voz cantante pero Loren es otra pieza importante. Él me ayuda con cualquier aspecto técnico, como con este blog, porque en un futuro no muy lejano quiero poder compartir recursos, técnicas y consejos online para que aprender sea una fiesta.
De ahí que las clases sean pequeñas, no más de cuatro alumnos, y muy dinámicas. No creo en la educación de «con sangre la letra entra». Las emociones son la clave y quiero que los alumnos, ya sean adultos o niños, tengan ganas de seguir fomentando su curiosidad.
Una celebración por todo lo alto
Como te contaba al principio de este post, el viernes abrimos las puertas. Me sentí muy orgullosa y emocionada de poder compartir con el resto de personas este pequeño templo. Sentí fuerte cada abrazo, cada palabra e incluso cada mensaje de aquellos que no pudieron estar piel con piel.
Cuando me preguntaron si estaba nerviosa solo pude decir que no. Que lo que estaba es realmente feliz. Emprender es tremendamente difícil pero me siento arropada en esta aventura y eso insufla todavía más coraje.
El fin de semana seguimos con la fiesta a nivel familiar y de amigos. Muchos de ellos recorrieron cientos de kilómetros por estar con nosotros en esta fecha. Vinieron de Madrid, Almería, Murcia… ¡Cómo no iba a estar contenta si mi tribu estaba allí!
Queda mucho trabajo por delante y me siento preparada para enfrentarme a ello.