«Morir, en mi sueño, era una sensación fría y sorda. Como si alguien hubiera colocado unos tapones en los oídos del mundo y mi cuerpo cayera en un gigantesco y helado puf. Ni siquiera me desperté. Me quedé muerto, en sueños, y así es como lo recuerdo todo». El extraño verano de Tom Harvey.
Un regusto a las novelas de Agatha Christie, es la sensación que emana de las primeras páginas del thriller El extraño verano de Tom Harvey. Una chica aparece muerta en la playa y al poco tiempo, el pintor que la encontró también acaba muerto. Una llamada a Tom Harvey lo lleva de nuevo a Tremonte, y ahí su obsesión por encontrar la verdad se dispara. Comienza la caza y el cerco entre los personajes se va moviendo con cada descubrimiento. ¿Quién será el asesino?
Esas primeras pesquisas resultan un tanto lentas, aunque merece la pena esperar esa siembra del terreno. Una vez el tablero está dibujado y los personajes puestos en acción, el ritmo se dispara y los acontecimientos decisivos se atropellan. A pesar de que no dejan de aparecer personajes y detalles a lo largo de la historia, no queda ningún fleco suelto. Es un placer sentir primero la madeja inconexa para terminar entendiendo la complejidad del hilo.
Los cuadros esconden muchos secretos. En ellos está la clave para descubrir la verdad. Tanto lo que dicen como lo que callan, por qué están pintados así. Hay tanta información en esos trozos de vida que es increíble el poco valor, y no en ceros me refiero, que le damos al arte. No se puede dar por sentado nada. Necesitas todas las piezas, sin embargo, si sigues cada trocito tus ojos te llevarán a descubrir quién se esconde entre las sombras de la muerte.
Todos pueden ser culpables hasta que se diga lo contrario. Cada personaje tiene un motivo para matar: despecho, dinero, amor, lujuria, éxito… El extraño verano de Tom Harvey te mostrará cómo no conocemos tan bien a las personas que nos rodean. Cómo todos guardan secretos y pesadillas que los arrastran.
Las descripciones son un dulce. Cuidadas para que el lector pueda hacerse una idea de cómo es Tremonte, cómo son los personajes y su nivel de vida. Por eso hay una puntilla que por pequeña que sea, chirría demasiado. Ciertas expresiones hechas como «le montó la Marimorena», «Maricastaña»… se ven forzadas. Creo que Mikel Santiago tiene maestría de sobra para describir y transmitir las sensaciones sin necesidad de hacer uso de ellas.
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Otros libros que te pueden encantar son:
La mujer de mi marido de Jane Corry
El cuarto mono de J. D. Barker
Todo esto te daré de Dolores Redondo
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