Hace un par de semanas saboree las páginas de El monje que vendió su Ferrari de Robin Sharma.
Julian, un poderoso y reputado abogado estadounidense que aparentemente lo tenía todo, estaba cayendo en picado hacia el desastre personal. Había fracasado en su matrimonio, era un adicto al trabajo que apenas dormía hasta que en pleno juicio sufrió un ataque y se desmayó. El médico le dio dos opciones: o acabas con este ritmo de vida o tu ritmo de vida va a acabar contigo.
Julian, vacío interiormente y con un buen aviso de salud, decidió desligarse de todo lo que había formado parte de su vida hasta ese momento, incluido su Ferrari, para comenzar un viaje espiritual por la India. A su vuelta y convertido en otra persona, le narra al que fue su ayudante en el bufete toda su andadura espiritual para que él pueda aprender y enmendar el camino errante que estaba tomando.
Siempre es un buen momento para tomar el timón
Las técnicas y enseñanzas que se cuentan a través de una fábula en el libro El monje que vendió su Ferrari me parecen extraordinarias. No son para nada ideas descabelladas ni absurdas. Creo de verdad que todos necesitamos poner en orden nuestras prioridades y tener en cuenta el verdadero valor de la vida.
Una de estas enseñanzas habla del tiempo. No somos conscientes realmente del paso del tiempo y lo que eso supone. Siempre estamos aplazando nuestros sueños porque nunca es el momento. Pero, ¿y si nunca llega ese momento? ¿Y si tú limitado tiempo se acaba antes de lo que piensas? Te habrás quedado con una lista enorme de sueños sin ni siquiera haberlos intentado.
El pasado no cambia, el futuro está en el aire, ¡vivamos el presente!
Al fin y al cabo somos cómodos por naturaleza aunque yo diría que quejicas a partes iguales. Estoy de acuerdo con quienes están a gusto con lo que tienen y no buscan mejorar, lo que me chirría es quejarse por vicio y no hacer nada para enmendar la situación. Las oportunidades no llegan, se buscan.
Otro de los puntos que me llamó muchísimo la atención de El monje que vendió su Ferrari, es que divide los objetivos en cuatro bloques: emocional, profesional, espiritual y físico.
Nunca antes me había planteado cuál era mi objetivo espiritual o emocional. Siempre había puesto todo mi foco en el profesional y ciertamente es un gran error. Si toda nuestra atención está puesta solo en uno de los objetivos, ¿cómo vamos a atender al resto de aspectos de nuestra vida? Al final, no habría equilibrio y estaríamos llenos de vacío.
Después de leer este libro he comenzado a implantar algunas de las técnicas como el pensamiento contrario. Cuando me invade un pensamiento negativo, lo analizo y veo por qué ha llegado a mi mente. Muchas de las veces es por miedo, otras por las hormonas. Tengo un patrón que se repite cada mes y es que hay ciertos días que me puede la tristeza. Antes me enfadaba o me hundía, ahora lo veo como algo natural de mi cuerpo. Lo acepto y no le doy mayor importancia, pasará.
Otra de las fórmulas que me está funcionando es visualizar a dónde quiero llegar cuando me invade la pereza. Por ejemplo, quiero madrugar bastante para empezar el día haciendo yoga, meditación, escribir por placer… antes de empezar a trabajar. Cuando sonaba el despertador a las 6 lo apagaba y seguía un poquito más remoloneando. Y quien dice un poquito más dice levantarse con la hora pegada al culo. Ahora cuando suena y me entra la tentación de pulsar el botón «aplazar», pienso en las razones que han hecho que yo decida levantarme pronto. La visualización es un elemento muy poderoso.
Para quién va dirijo este libro
Para mí es fundamental que toda persona que lea este libro, tenga ganas de afrontar el cambio. Si no tienes la mente abierta y ganas sinceras de revolucionar tu vida, no lo leas. Casi cualquier persona me diría ahora mismo, «sí, Bea, quiero cambiar mi vida» pero lamentablemente no es así. Se queda todo de boquilla y cuando hay que echarle un par y remover cielo y tierra para salir de la oscuridad ya el plan no apetece tanto.
Si quieres una vida consciente y estás abierta al cambio, entonces sí. Te recomiendo que leas El monje que vendió su Ferrari con calma. Tampoco te aconsejo que intentes implantar todas las técnicas de golpe. Reflexiona y escúchate sin miedo. El miedo solo nos hace huir, te lo digo con conocimiento.
Espero que consigas todo lo que te propongas. Eres simplemente maravillosa.
Gracias por dejarme besarte con letras.
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